Introducción

Recibe multitud de nombres, según zonas, como nuégado, nuédago, nuégano, nuégalo, muégado, muédago, muégalo, nogalada, hormigo, candelilla, garujo, piñonate, rosca utrera o de muédagos, menudillos, garbancillos de nuez, etc. Se trata de un dulce frito típico extremeño realizado con una masa de harina, azúcar, aceite, huevo y un poco de sal formando tiras finas que, una vez cortadas, se apiñan con miel. Dependiendo de la localidad puede tomar forma de rosca o tartaleta. Su sabor amielado es muy característico, y sea cual sea la forma en la que se realice, las pequeñas tiras cortadas son fácilmente reconocibles. Dependiendo de los gustos del lugar, se le añade aguardiente o anís y/o cáscara de limón o naranja.

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Territorio de producción

ORIGEN

Autóctona.

DIFUSIÓN EN EL TERRITORIO

Es un producto tradicionalmente elaborado en gran parte de Extremadura, especialmente en localidades del ámbito rural, cada una con un toque y presentación singular. También se da en otras zonas de la península, como Andalucía, Castilla- La Mancha o el sur de Salamanca.

ÁMBITO PAISAJÍSTICO

Indiferente..

PARTICULARIDADES DEL ECOSISTEMA

Extremadura tiene un clima mediterráneo con cierto sesgo continental, con inviernos frescos y normalmente algo más húmedos y con veranos cálidos y secos. Esta sequedad del ambiente durante la mayor parte del año quizá haya motivado que la repostería tradicional extremeña tienda a la elaboración de dulces con masas fritas que conservan sus cualidades organolépticas con el paso del tiempo mejor que las masas abizcochadas.

CAPACIDAD PRODUCTIVA

Se suele hacer en el hogar, aunque en muchas localidades de interés turístico, como Guadalupe, también se oferta en panaderías y pastelerías, tanto para los turistas como para los propios lugareños. No se conoce el volumen que alcanza su producción ni en uno ni en otro caso (el de las que son elaboradas en los obradores).

Relación con la comunidad

CÓMO SE PRODUCE

Se aromatiza el aceite necesario friendo a fuego medio/bajo un poco de cáscara de naranja o limón, y se deja enfriar, retirando las cáscaras. A continuación se baten los huevos, y se les incorpora el aceite, la sal, el aguardiente o anís, y ralladuras de limón o naranja. una vez está todo bien batido, se va añadiendo harina hasta que quede una masa que no se pegue a las manos pero que quede blanda, y se deja reposar unas horas.

Una vez pasado el periodo de reposo, se van tomando bolas de la masa y se estiran con las manos, haciéndolas lo más finas y largas posibles, y se fríen. Una vez están todas las tiras fritas, se parten en trocitos y se vierte sobre ellas miel previamente calentada (en ocasiones, con una pequeña parte de agua, para que esté más líquida), hasta que se enmielen bien.

Por último, se monta la rosca o tartaleta juntando los trocitos enmielados sobre el soporte y con la forma que se desee.
El el caso de Guadalupe, los huevos se cogían de las gallinas propias, si era el caso, pero la harina y el azúcar se solian comprar. La miel utilizada solía provenir de Cañamero, siendo frecuente el uso de la milflores, por tener un gusto más neutro, dado que otras más fuertes como la de encina enmascaran el sabor del dulce.

USOS GASTRONÓMICOS, CONSERVACIÓN Y CONSUMO

Como cualquier otro dulce frito tradicional de Extremadura, se consume en las meriendas por la tarde con el café de sobremesa, en la mañana como desayuno, y casia cualquier hora del día. Debido a la fritura y a la miel, si se almacena adecuadamente, se conserva con todas sus cualidades organolépticas intactas durante muchos días. No obstante, se suele recomendar dejarlas reposar un día o dos desde la elaboración hasta el consumo, para que la masa se asiente y se tome bien de las cualidades que le aporta la miel.

Su elaboración y venta, más allá del ámbito doméstico, se dan durante prácticamente todo el año, especialmente en el caso de aquellas poblaciones que tienen mayor flujo de turistas y visitantes.

HISTORIA Y EVOLUCIÓN DEL PRODUCTO

Aunque este tipo de dulces fritos con miel tienen reminiscencias claramente árabes o judías, hay quien las vincula a una receta de la Hispania prerromana realizada a partir de cereales y miel.
A pesar de que en cada lugar lo nombran a su manera y tienen preferencia por un toque u otro (con aguardiente, anís, limón, naranja, algo de vinagre, más o menos azúcar, etc.), los ingredientes básicos y el proceso de elaboración es siempre el mismo, por lo que no se ha detectado una evolución significativa ni cambios en sus cualidades organolépticas.

TRADICIONES Y PATRIMONIO MATERIAL

Más allá de que su consumo sea relativamente frecuente durante todo el año, tradicionalmente, se elaboran para consumirlos durante fechas festivas, sobre todo en Navidad, Carnavales, Semana Santa y las fiestas patronales de cada localidad.

RIESGO DE DESAPARICIÓN

Cada vez se hace menos en los hogares, y resulta más difícil encontrarlo en panaderías, a no ser que sea en fechas señaladas para la localidad o que en municipio tenga un desarrollo turístico que favorezca su fabricación continua para satisfacer la demanda.