Introducción

Las roscas de alfajor son un dulce con forma de rosquilla cuya masa se elabora con agua, harina, aceite y sal, y cuya característica principal es el contraste de sabor entre el salado de la masa, y el dulce del relleno: la crema de alfajor, hecha con miel y pan rallado. Son redondeadas u ovaladas, con un diámetro que va de los 6 a los 10 cm de diámetro. Son de color canela claro y tienen tres «ojos» más oscuros por donde sale el relleno de dentro.

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Territorio de producción

ORIGEN

Indígena.

DIFUSIÓN EN EL TERRITORIO

Talaván, en la comarca del Tajo-Salor-Almonte (provincia de Cáceres).

ÁMBITO PAISAJÍSTICO

Dehesas, Llanos y penillanuras -secano-, Riveros y valles encajados.

PARTICULARIDADES DEL ECOSISTEMA

La población de Talaván, a 367 metros de altitud, se encuadrada en la llamada penillanura cacereña, a la falda de una pequeña sierra, y forma parte del conjunto de villas conocidas como “los cuatro lugares”, junto con Hinojal, Monroy y Santiago del Campo: cuatro municipios que se encuentran en el espacio comprendido entre los profundos riberos del Tajo y los del Almonte y que, por esa singularidad topográfica precisamente, hasta hace pocas décadas se encontraban relativamente incomunicados a pesar de su cercanía a la capital cacereña.

La comarca de Tajo-Salor-Almonte, está constituida por un mosaico de tierras de cultivo, pastizales y dehesas arboladas abiertas, sobre una orografía, en general, suave, correspondiente a una penillanura cuyas ondulaciones oscilan habitualmente entre los 380 y los 450 msnm. La estructura de la propiedad, que condiciona en gran parte el paisaje, está representada por minifundios alrededor de los núcleos urbanos y por grandes latifundios en el resto del terreno. Las zonas de penillanura se pueden dividir en la pseudoesteparia, con grandes espacios abiertos carentes de estrato arbóreo y arbustivo, y la penillanura adehesada. Es característica de esta Mancomunidad el encajonamiento de los cauces principales (riberos), así como la presencia de arroyos y ríos de caudal no permanente, y zonas húmedas derivadas del agua embalsada y de típicas charcas para el abrevadero del ganado.

CAPACIDAD PRODUCTIVA

Actualmente hay una única panadería que es la que se encarga de elaborar las 1200 unidades que se suelen consumir al año.

Relación con la comunidad

CÓMO SE PRODUCE

Se ponen todos los ingredientes en una artesa de madera y se mezclan hasta conseguir una masa homogénea, que se «refinaba» tradicionalmente pasando una y otra vez un rodillo acoplado a la artesa. La masa resultante, muy fina, suelta y maleable, se divide y pesa para que cada una de las roscas tenga un tamaño similar. A continuación, se extienden con la mano formando churros finos cuyos extremos se unen creando roscas, con sus dos picos en los extremos del óvalo, y se ponen a reposar sobre unos tableros de madera.

Mientras, se hace lumbre, y a sus pies se pone un caldero grande de agua. Cuando ya está hirviendo, se echan las roscas al fondo del caldero, una a una, y se van sacando según van subiendo a la superficie, señal de que ya están escaldadas, extendiéndolas sobre un paño para que suelten el excedente de agua. A continuación, se meten en el horno durante unos 20-30 minutos hasta que quedan bien doraditas y hechas por dentro.

La harina proviene del único molino de harina activo que queda en Extremadura, en el municipio cacereño de Serradilla (a unos 35 kms de Talaván), en donde muelen el trigo de manera tradicional y con una maquinaria que tiene más de 60 años.

USOS GASTRONÓMICOS, CONSERVACIÓN Y CONSUMO

La rosca queda como una especie de «pan dulce» que, normalmente, se come solo,y que, al ir escaldadas en agua, se mantienen húmedas y jugosas y no llegan a ponerse duras ni al cabo de un año.
Su distribución y consumo se quedan principalmente en la localidad de Talaván, de donde son originarias, aunque debido a sus cualidades, en pueblos aledaños también demandan roscas en las fechas en las que se producen.

HISTORIA Y EVOLUCIÓN DEL PRODUCTO

Aunque la fiesta asociada a este producto, «Las Candelas», es u parece ser que las roscas en sí pueden tener un origen judío, pues el escaldado previo de la masa que se hace antes de cocerlas en el horno es una técnica muy empleada en repostería de esa comunidad.

Los vecinos de la localidad de Talaván relatan que se elaboran desde hace siglos y que sus cualidades se han mantenido intactas, al igual que la receta y la técnica de elaboración. La única modificación reside en el amasado que, hasta hace veinte años, se hacía en el rodillo y la artesa y, en la actualidad, se hace en una máquina amasadora que reduce el tiempo del amasado de 8 horas a 1 o 2.

TRADICIONES Y PATRIMONIO MATERIAL

Aunque 500 de las 1200 roscas se consumen el día de las Candelas, el 2 de febrero, se comienzan a elaborar y consumir desde el 20 de enero hasta la primera semana de marzo.
La fiesta de «Las Candelas» es una fiesta de origen cristiano que se festeja 40 días tras la Navidad, y que está muy instaurada en toda la provincia de Cáceres, si bien es en este pueblo donde, desde hace generaciones, va vinculada a la elaboración y consumo de roscas. El día de las candelas rememora un rito medieval que ensalza a la Purificación de la Virgen y la presentación del Niño en el templo: en esta celebración las Purificadas (las jóvenes del pueblo ataviadas con el traje típico y la cabeza cubierta por una mantilla blanca), tras solicitar licencia, entran en el templo portando la imagen de la Virgen de la Candelaria y, entonando unas letrillas antiguas al son del ritmo pausado de una pandereta, la conducen hasta el altar, donde sueltan dos palomas, dejan como ofrenda una rosca de piñonate -también típica de la localidad-, y donde el sacerdote recoge al niño que porta la imagen, dejándolo sobre el altar. . Posteriormente, las Purificadas continúan con su canto, esta vez acompañadas de un ritmo distinto de pandereta y un tono más alegre, y reparten entre los asistentes que lo deseen, a la salida de la iglesia, las roscas de las Candelas.

Hace hace menos de 20 años, en lugar de repartirlas, cada familia las elaboraba en casa, y ya acudían a la misa con ellas atadas a las muñecas, desde donde percibían su aroma, aunque tenían que esperar al final de la misa para comérselas, acompañadas de una copa de aguardiente.
Existe aún hoy un patrimonio material asociado a este dulce: los utensilios necesarios para su elaboración, las artesas de madera donde se amasaban los ingredientes de las roscas, el rodillo acoplado a esta artesa por el que debe pasar la masa para dejarla lo más fina posible, los calderos de hierro que se ponían a los pies de una candela para calentar el agua donde son escaldadas, las espumaderas de hierro con las que se sacan del agua las roscas… En la panadería en donde se producen cuentan con un horno de piedra de gran diámetro que lleva encendido ininterrumpidamente desde los años 40 del siglo pasado, y que no sólo sigue utilizándose para hacer las roscas si no también el resto de productos tradicionales (pan, dulces) que producen durante todo el año.

RIESGO DE DESAPARICIÓN

El riesgo de desaparición, como el de otros muchos productos, está vinculado al despoblamiento rural y a la falta de relevo generacional en el mundo de la panadería y repostería tradicional, en este caso. Al ser un dulce que, si se hace de la manera tradicional, requiere mucho tiempo de elaboración, casi nadie las hace ya como antes, juntándose los vecinos y haciendo suficientes para su consumo familiar, y los conocimientos asociados a la técnica se están a punto de perderse. Actualmente, sólo las elaboran en una panadería.