Introducción

Es una miel artesana, de alta densidad y viscosidad y color oscuro con reflejos verdosos o rojizos, que presenta un sabor fuerte e intenso. Tiene una menor concentración de azúcar que otras mieles (en torno a un 30% menos que la milflores, por ejemplo), y un olor característico muy intenso. La miel de mielada no es extraída del polen o el néctar de las flores, sino que es la obtenida principalmente a partir de las secreciones de excreciones de insectos chupadores de plantas (hemípteros), presentes en las partes vivas de las plantas o de secreciones de las partes vivas de las plantas. Además de esta definición oficial, cierta literatura y muchos apicultores llaman mielada cuando el origen del néctar está en árboles como el roble, castaño, alcornoque o encina. Su recolección se lleva a cabo principalmente al final del verano. Durante estos meses, los árboles eliminan el exceso de savia rica en azúcares hacia el exterior, segregando una sustancia azucarada llamada mielada.

Territorio de producción

ORIGEN

Indígena.

DIFUSIÓN EN EL TERRITORIO

Comarca de Villuercas-Ibores-Jara, al este de la provincia de Cáceres.

ÁMBITO PAISAJÍSTICO

Sierras medias.

PARTICULARIDADES DEL ECOSISTEMA

La comarca de las Villuercas-Ibores-Jara está situada entre el río Tajo y el Guadiana, en el sureste cacereño. De orografía montañosa, cuya altura máxima es el pico Villuercas (1601 m), presenta gran diversidad de ecosistemas: crestas cuacíticas de vegetación xerófila, bosques caducifolios bien conservados (castañares, rebollares y robledales) en las zonas más agrestes de media montaña, alcornocales a media ladera, encinas en las zonas bajas adehesadas, salpicados de cultivos de montaña (olivo, cerezo o castaño). Donde el suelo es escaso dominan la jara y el brezo, y más arriba aún, arraclanes y enebros. Son frecuentes las a veces extensas pedreras de cuarcitas fragmentadas descolgándose de las cumbres. Destaca el fuerte contraste que se produce entre la vegetación de solana (ladera de la montaña que recibe la luz solar durante más horas al día) y la umbría (la que recibe menos luz del sol), la primera es más resistente a la sequía, abundando el olivo, la jara, el acebuche y la encina; en la segunda aparecen bosques de hoja caduca (castaños, especialmente). Las orillas de los ríos y arroyos están bordeadas por árboles de mayor envergadura: chopos, fresnos, sauces, álamos y alisos. Los veranos son calurosos de día y frescos por la noche.

La comarca de Villuercas-Ibores-Jara, agreste e inaccesible, ha combatido su relativa pobreza a nivel agrícola, con un gran interés ganadero y apícola. Las sierras y las zonas de dehesa, así como la profusión de bosque y sotobosque, permiten que recursos como la miel sean generosamente producidos.

CAPACIDAD PRODUCTIVA

Históricamente ha habido una recolección de autoconsumo, donde cada familia tenía alguna colmena de la cual abastecerse; de hecho, se sigue dando en la actualidad, manteniéndose la extracción de miel como un complemento a la economía doméstica basada en otras actividades agropecuarias. Con una producción en aumento, esta modalidad va en declive mientras cobra importancia su papel como actividad productiva principal e independiente, en la que están implicadas varias empresas acogidas a la DOP Miel de Villuercas-Ibores.

Relación con la comunidad

CÓMO SE PRODUCE

Se empieza a recolectar la miel a finales de primavera, siendo la primera la milflores. Después viene el castaño, la retama, y en agosto se finaliza con encina y roble. Las colmenas se explotan en trashumancia, pero moviéndose dentro de las Villuercas e Ibores, como mucho a unos 70 km de distancia. En campo se extraen los cuadros (marco de madera, con una lámina de cera con la forma del panal) de la colmena, y se meten en bidones. La miel pasa a un extractor eléctrico, que centrifuga suavemente la colmena y extrae la miel. Se hace un primer filtrado para eliminar impurezas, polen y restos de insectos o panal. Una vez hecho, se introduce la miel en maduradores, para que se asiente y las impurezas que siga conteniendo aparezcan. Tras esto se filtra de nuevo por gravedad, con coladores, y de ahí pasa directamente al envasado.

Para reproducir las colmenas, en abril o mayo se pasan algunos de los cuadros de una colmena a otra que esté vacía. Las crías y las abejas presentes forman una nueva colmena.
La principal plaga que afecta a las abejas es la varroa, un parásito, aunque los pesticidas usados en agricultura también afectan cada vez más. Debido a que la principal plaga es un insecto, no es posible fumigar, puesto que además de matar a las abejas puede afectar a la miel.

Las colmenas y cuadros son de madera, que se reutilizan cuando se deterioran. En los cuadros se pone un panal de cera, que una vez se deteriora es derretido y vuelto a hacer con la misma cera, por lo que no genera residuo. El polen y las impurezas resultantes del filtrado actúan como abono natural.

USOS GASTRONÓMICOS, CONSERVACIÓN Y CONSUMO

La miel de mielada se consume directamente, como edulcorante, o en cualquier tipo de guiso o repostería; últimamente comienza a ser bastante demandada por la alta cocina. Marida con embutidos típicos de la zona como la morcilla y con quesos de cabra. Se envasa en botes de cristal traslúcidos, pero todo el proceso y almacenamiento en la producción se emplean recipientes opacos para que el sol no la deteriore.

Casi toda la miel se distribuye y consume en Extremadura, con un porcentaje significativo en la zona, como producto turístico, y en las comarcas vecinas. Se ha pasado del autocosumo, a la venta a granel destinada a otras regiones de España, y, por último, al envasado propio en la zona para su venta e, incluso, exportación, dada la buena acogida y el grado de concienciación entre el público que la consume.

HISTORIA Y EVOLUCIÓN DEL PRODUCTO

La comarca de Villuercas-Ibores ha estado vinculada desde siempre a la práctica de la apicultura. Ya en 1086, reinando Alfonso VI, se tiene constancia de la repoblación de la zona con “gente de Talavera de la Reina, que se asentaron aquí para aprovechar las tierras con su ganado y colocar posadas de colmenas aquellas zonas que los sarracenos hubieron de abandonar en retirada”. El Monasterio y comunidad, en Guadalupe, contaba entre sus dehesas con una llamada la “Colmenita”, y en la de la “Burguilla”, en Villar del Pedroso, se explotaba un gran colmenar que, junto a otros, daba la cera para atender las necesidades litúrgicas del monasterio, y miel para endulzar y atender como medicina hasta la llegada del azúcar y otros medicamentos a frailes, enfermos y peregrinos. El doctor Jerónimo Münzer, humanista que recorrió la Península Ibérica entre 1494 y 1495, en las numerosas cartas que enviaba al Reverendo padre Abad de Alcobaça de Lisboa, resaltaba las riquezas del convento de Guadalupe: “florece de continúo nuestro huerto. Las abejas de nuestras colmenas ya no tienen que escalar las tapias para darnos su miel de gustos varios…”. El Doctor Sorapán de Rieros, natural de Logrosán, en su libro “Medicina Española contenida en proverbios…” (1616) nos afirma que “de miel muy fina da esta región copioso fruto” al enumerar las riquezas extremeñas.

La zona de producción, por su larga tradición, constituye una de las zonas apícolas más relevantes de la región extremeña donde los apicultores llevan siglos aprovechándose de la flora autóctona conservando una tradición que solo se ha visto modificada en algunos aspectos y tecnologías para extraer la miel del panal o para conservarla en tanques de acero inoxidable.

TRADICIONES Y PATRIMONIO MATERIAL

Hay fiestas agroalimentarias en la zona, pero ninguna dedicada de forma única a la miel. Aunque hay más variedades de miel que se produzcan en la zona (retama, eucalipto, tomillo), las dos tradicionales son la Milflores y la Mielada.
No quedan muchos vestigios materiales de la recolección de miel, puesto que muchos están realizados en materiales perecederos como la madera, pero sí ha quedado la tradición mielera en el acervo cultural. Está presente prácticamente en el día a día de las gentes de la comarca, sea por sus propiedades medicinales o por su uso gastronómico, muy característico de la zona. Muchos topónimos de la zona están estrechamente vinculados a la la cultura de la miel y sus procesos. Hasta nuestros días permanecen en la geografía de las comarcas de Las Villuercas y los Ibores numerosos topónimos que recuerdan a la flora esencial para las abejas, tales como Castañar, Carrascalejo o Peraleda, o a muestras del quehacer humano dentro del sector apícola: parajes como La Umbría del Colmenar, en el término municipal de Cañamero, o el Arroyo y el Valle del Enjambrero, en el término municipal de Alía.

RIESGO DE DESAPARICIÓN

A pesar del incremento gradual de la producción por parte de las empresas, se han dado un par de años de bajo rendimiento por las condiciones climáticas y el retroceso a nivel mundial de las poblaciones de abejas melíferas. La crisis general también ha afectado ligeramente al sector, aumentando la precariedad laboral. No obstante, el autoconsumo familiar parece mantenerse bastante estable y sin riesgo de desaparición.