Introducción

También denominada CASTAÑA PILADA, es resultado del proceso de conservación más tradicional de este fruto en las zonas de Extremadura donde se da: con un tamaño un poco más reducido que el que tienen en fresco, pues pierden en dicho proceso parte del agua, forma redondeada y aplastada, aspecto arrugado y tonos ocres-amarillentos. Su sabor no dista mucho del de la castaña fresca.

Territorio de producción

ORIGEN

Indígena.

DIFUSIÓN EN EL TERRITORIO

Principalmente en las sierras del norte (comarcas de Sierra de Gata, Hurdes, Tierras de Granadilla, Valle del Ambroz, Valle del Jerte y La Vera) y este (comarca de Villuercas-Ibores-Jara)de la provincia de Cáceres, y sierras del sur de Badajoz (comarca de Tentudía), aunque hay presencia dispersa en otros puntos de las sierras interiores de la región, como en las zonas centrales limítrofes con Portugal (comarca de Sierra San Pedro-Los Baldíos).

ÁMBITO PAISAJÍSTICO

Sierras medias.

PARTICULARIDADES DEL ECOSISTEMA

El castaño es una especie muy exigente con las condiciones de suelo y clima que requiere para crecer: zonas abrigadas, frescas y húmedas, con suelos profundos, bien drenados y sin exceso de cal o sal, y precipitaciones entre 500 y 1.200 mm anuales. A pesar de soportar mal las heladas tardías y los fríos, también necesita de algunas horas de frío al año.

CAPACIDAD PRODUCTIVA

Se trata de un cultivo muy instaurado en ciertas sierras extremeñas, aunque la capacidad productiva respecto a las castañas pilongas o piladas depende del número de secaderos que quedan en pie para tal fin. Así, esta transformación se ha mantenido principalmente en las Sierras de Gata y Hurdes.

Relación con la comunidad

CÓMO SE PRODUCE

Para su preparación se las pone a secar en los «sobraos» de la casa, en dobles techos de madera con rendijas más estrechas que el dedo (hay gente que pone alambres), donde, con el calor del hogar o chimenea de antes -que no tiene tejavana-, se van secando poco a poco. Posteriormente se «pilan» (se pelan), con la mano, pues sale muy fácil la piel, se dejan unos días más para que endurezcan y quedan listas para comer.

USOS GASTRONÓMICOS, CONSERVACIÓN Y CONSUMO

Una forma de preparar estas “piladas o pilongas” eran las “castañas blancas” o «plato corchones», cuya elaboración consiste en cocer las castañas en leche para ablandarlas y añadirles azúcar; en algunos pueblos se toman sin batir, y en otros se pasan por el pasapurés, quedando con un aspecto grumoso. También ha sido común su preparación con arroz o con pan. Lo habitual es la preparación para el autoconsumo.

Antiguamente esta forma de conservación permitía su transporte de manera fácil y, como es altamente energética, tuvo gran importancia como aporte calórico en épocas de escasez.

HISTORIA Y EVOLUCIÓN DEL PRODUCTO

El producto apenas ha evolucionado, pues la técnica de secado no ha sido transformada en los pueblos donde aún hay «doblaos» en que se siguen produciendo. Sin embargo, respecto a las cantidades producidas, sí ha habido un gran descenso vinculado a la despoblación del medio rural, a la llegada de productos desde fuera y a la pérdida de conocimiento ligado a este transformado. Además, aunque a nivel organoléptico no haya cambiado, el paladar de los más jóvenes no está tan acostumbrado a este sabor.

TRADICIONES Y PATRIMONIO MATERIAL

Ligadas a las castañas existen numerosas tradiciones, la conocida como «magosto» en otras zonas de España, en Extremadura es más conocida como «chaquetía» o «chiquitía». Se trata de una merienda que en los días 1 o 2 de noviembre se realiza en el campo, donde se consumen frutos secos y frutas frescas de temporada como higos pasos, nueces, bellotas, granadas, castañas y preparados como el dulce de membrillo y también ciertas tortas típicas, bollas, o panes especiales. En muchos pueblos los muchachos salen a pedir dichos productos de casa en casa, al son de «Tía, tía, tía // dame la chiquitía, // que si no no eres mi tía».

Más allá de esto, el principal patrimonio material vinculado a este alimento son los «doblaos» de las casas en donde se secaban las castañas que aún quedan, unos en uso y otros muchos ya en desuso.

RIESGO DE DESAPARICIÓN

Es elevado, pues al riesgo de desaparición vinculado a la despoblación del medio rural, que es especialmente grave en las comarcas que conservan castañares para fruto, y al abandono de las labores de los castañares, se le unen las sucesivas plagas y enfermedades que han sufrido los castaños en Extremadura en las últimas décadas.