Introducción

Aceituna ovoidal, asimétrica, con pezón, negra brillante en la madurez, de gran tamaño y peso, y un alto rendimiento graso que da aceites de gran calidad. Los olivos moriscos son árboles de porte erguido y copa espesa, con hojas lanceoladas, largas y de anchura media. Tienen una productividad media-alta, una fluctuación productiva anual muy alta (es vecera), una época media de floración con recolección en noviembre o diciembre, vigor medio y una gran rusticidad que le permite soportar la sequía y adaptarse a terrenos pobres muy bien. No obstante, son muy sensibles al repilo y la tuberculosis, siendo afectados también por la lepra y los ataques de mosca.

Territorio de producción

ORIGEN

Autóctona.

DIFUSIÓN EN EL TERRITORIO

Autóctona de Extremadura, está bastante extendida por la Península Ibérica, aunque las plantaciones más importantes se encuentran en el sur de Badajoz (principalmente en las comarcas de Sierra Grande-Tierra de Barros, con el municipio de Hornachos a la cabeza, y Campiña Sur), norte de Sevilla y el Alentejo y Algarve portugués. También hay dispersión de cierta importancia en el noroeste de Huelva.

ÁMBITO PAISAJÍSTICO

Llanos y penillanuras -secano-.

PARTICULARIDADES DEL ECOSISTEMA

La zona de Tierra de Barros es una llanura de 521 metros de altitud media con suelos fértiles, ricos en nutrientes y buena capacidad de retención de agua. Recibe su nombre de las especiales características de su tierra, arcillosa y rojiza. Presenta un clima bastante seco (entre 350 y 450 mm al año) con elevadas temperaturas en verano. Estas características hacen que la mayor parte de especies vegetales autóctonas cultivadas estén adaptadas a la explotación en secano, sobre todo el olivo y la vid.

La Campiña Sur se caracteriza por sus llanuras cerealísticas y de pastos, salpicadas de cultivo de olivar y, al sur, en el límite con Sierra Morena, sierras adehesadas donde predomina la cría del cerdo ibérico.

CAPACIDAD PRODUCTIVA

Su cultivo se está reduciendo a pesar de su calidad por la variabilidad de su producción anual, aunque la planta se sigue empleando como porta injerto de la aceituna Manzanilla Sevillana, de mayor rendimiento productivo. No obstante, el alto rendimiento graso y la calidad del aceite obtenido está poniendo en valor la variedad y ayudando a su conservación. Hornachos y alrededores tiene en torno a 700 hectáreas de esta variedad de aceituna en producción, y unos 300 productores integrados en su cooperativa.

Relación con la comunidad

CÓMO SE PRODUCE

La plantación es en secano y de forma tradicional, donde los olivos se distribuyen en baja densidad (unos 130-150 por hectárea). En la actualidad se están haciendo algunos intentos de cultivo en espaldera, pero el tradicional está muy asentado. La recolección se da en noviembre o diciembre, dependiendo de las condiciones climatológicas del año. En el caso de la cooperativa de Hornachos, el 60% de los productores produce en ecológico.

El proceso de extracción del aceite es el habitual para otros tipos de aceituna: primero se realiza la molienda de la aceituna, también llamada molturación, a ser posible, el mismo día de la recolección,

para evitar el deterioro de la aceituna y la consecuente pérdida de calidad del aceite. En la molienda se rompen los tejidos vegetales y se crea una pasta que, una vez prensada o batida, se centrifuga para obtener el aceite, el alpechín y el orujo. Finalmente, se decanta de forma natural o se centrifuga verticalmente para separar el agua del aceite, que ya estaría listo para ser almacenado de forma adecuada para su posterior envasado.

Aunque antiguamente cada productor creaba sus propios plantones, en la actualidad se suelen comprar a viveros que, dependiendo del productor, están situados o no en la Comunidad Autónoma. Los plantones se compran con aproximadamente un año, y se trasplantan a la finca en cuestión.
Los residuos generados en la fabricación del aceite suelen ser gestionados por empresas que los tratan químicamente para extraer más aceite (de orujo, aunque debe refinarse para destinarse a consumo), ocupándose de los residuos finales. Por otra parte, una vez los olivos han terminado su fase productiva, se eliminan, aprovechando su madera para la fabricación de carbón.

USOS GASTRONÓMICOS, CONSERVACIÓN Y CONSUMO

Esta variedad de aceituna tiene aptitud doble (de mesa y para aceite), pero no ha destacado en mesa de la misma forma que en oleificación, donde su alto contenido graso destaca entre otras aceitunas por la calidad que aporta al aceite. El aceite de oliva está presente toda la gastronomía extremeña y española, y se usa para todo tipo de aliños, guisos y conservas.

En la actualidad, en torno al 75% del aceite procesado se exporta en granel a toda España, aunque la parte de la producción que se embotella tiene circuitos de venta y consumo más vinculados a la comarca y a Extremadura. No obstante, tanto embotellado como a granel el aceite de oliva de aceituna morisca se distribuye a nivel nacional.

HISTORIA Y EVOLUCIÓN DEL PRODUCTO

El cultivo del olivo nace paralelo a las culturas mediterráneas. Surge en un entorno geográfico que es permanente encrucijada: sur del Cáucaso, altiplanicie de Irán, costa de Siria y Palestina. Desde ahí se difunde, por una parte, por toda la orilla sur del Mediterráneo y, por otra, a través de Anatolia, saltando a las islas del Egeo, la Península Helénica, la zona costera de la Península Balcánica, Italia, Córcega, Cerdeña, Baleares, la costa mediterránea francesa para concluir su abrazo al «Mare Nostrum» en la Península Ibérica. El olivo acompaña a todas las civilizaciones vinculadas al Mediterráneo: griegos, romanos, bereberes y árabes. Es en la Edad Media cuando se impulsa de forma intensa el cultivo del olivo en las costas ibéricas mediterráneas, y en los secanos y regadíos del interior. Y cuando España llega a América, asume la obligación de conquistarla y civilizarla estableciendo primas al fomento de cultivos como el olivo, que, por sus exigencias climáticas, no encontró un entorno climático adecuado hasta que se llegó a Chile y Argentina (hemisferio sur), y al norte de California a través de las misiones franciscanas (hemisferio norte). Posteriormente, el siglo XIX fue vital para la implantación de este cultivo en pequeñas y medianas extensiones a manos de los vecinos de los pueblos, tras las desamortizaciones de Mendizábal y, sobre todo, de Madoz, que fragmentaron algunos de los latifundios en los que se concentraba la propiedad de la tierra desde la Edad Media.

Los primeros datos sobre producción de aceite de oliva se constatan en toda la región sirio-canaanita, actualmente Siria, Líbano, Palestina e Israel. Hace 4000 años se utilizaba en Egipto con fines cosméticos, iniciándose su cultivo. Durante toda la historia del Imperio Egipcio se constata su uso en representaciones pictóricas, escultóricas y en contextos arqueológicos urbanos y funerarios. Pronto se extiende por el mediterráneo, siendo parte vital de la cultura helénica, llegando a la península Ibérica de mano de los fenicios. Durante época romana su uso y consumo se extendió por toda Europa, aunque a la caída del imperio perdió parte de su importancia en el norte del continente. Volvería a tener un repunte importante durante la expansión islámica.

Es enormemente complicado dictaminar el origen concreto de cada una de las variedades de olivo: el motor creador de especies es la selección natural, la forma en que algunos individuos prosperan mejor que otros ante ciertas condiciones ambientales, muchas veces a causa de diferencias aparentemente sutiles; en el caso del olivo, como planta cultivada, intervienen además los gustos y preferencias de cada región, fomentando la propagación de ejemplares con unas características concretas y que probablemente surgieron puntualmente merced a unas características microambientales muy localizadas y, producto de la recombinación genética, al azar. España es el país que cuenta con un mayor número de variedades de olivo: aquí se dan 37 de las 139 variedades fundamentales descritas en función de la tipología del árbol, la inflorescencia, las hojas, el fruto y el endocarpo. En el caso de esta variedad, se tiene la certeza de que llegó a la península de manos de los musulmanes, de ahí su nombre, a finales del siglo XI. Bajo su dominio, injertaron la variedad en olivos autóctonos. En algunos lugares se confunde con la Verdial de Badajoz. La tradición oral vincula su origen al municipio de Los Santos de Maimona.

La calidad organoléptica de la aceituna morisca, al provenir de ejemplares con ciclos de cultivo centenarios, tanto en mesa como para aceite, se ha mantenido con el paso del tiempo. Es posible que se pueda detectar alguna pérdida de matices en la obtenida en los pocos intentos que hay de cultivo de regadío y en espaldera. El proceso de fabricación del aceite se ha mecanizado con el desarrollo industrial, y ha cambiado también el proceso de reproducción de la planta.

TRADICIONES Y PATRIMONIO MATERIAL

El olivo es un elemento icónico del paisaje en Extremadura. La calidad del aceite de aceituna morisca es muy apreciada a nivel local todavía en la actualidad, formando parte de la gastronomía y de la identidad de la comunidad.
En cuanto al patrimonio material, hoy se conserva aún algún resto de molinos antiguos, capazos y prensas manuales, así como las cántaras en las que se conservaba el aceite.

RIESGO DE DESAPARICIÓN

Aunque se está consolidando su cultivo sobre todo en la comarca de Campiña Sur, la fluctuación que presenta en la cantidad de producción a lo largo de las campañas está haciendo que su extensión se reduzca de forma paulatina, pues los productores se van interesando por variedades de aceitunas que, aunque sean de menor calidad, tengan más estabilidad productiva.